EP/ Un joven de 33 años acusado de matar a su madre tras agredirle con una azada en su chalet de Llíria ha negado los hechos que se le imputan y ha defendido durante el juicio, que ha comenzado esta semana en la Audiencia de Valencia ante un jurado popular, que no cree “capaz a nadie” de hacer “algo así”. “Me levanté, y cuando encendí la luz me la encontré llena de sangre encima de la cama”, ha descrito.
El joven, quien durante toda su declaración se ha mostrado tranquilo, incluso cuando le han mostrado la azada con la que se agredió a su madre, se enfrenta a una pena de 20 años de prisión por un delito de asesinato con la circunstancia agravante parcial de parentesco –según reclama el ministerio fiscal–. Por su parte, la defensa solicita su absolución al entender que no cometió el crimen.
El suceso tuvo lugar en la madrugada del 14 de julio de 2011. En esa época, el acusado –quien actualmente se encuentra en prisión provisional– vivía con sus padres, puesto que no tenía trabajo. Tenía problemas económicos ya que había pedido unos préstamos para comprarse dos coches y no los podía pagar. Sus padres estaban como avalistas y tenían que hacer frente al dinero reclamado. También ha narrado un episodio en el que le desaparecieron 2.500 euros y, al respecto, su entonces pareja ha explicado que “echaba la culpa a su madre”.
Pese a todo, el acusado ha reiterado que mantenía una buena relación con sus padres y ha relatado que no tiene ningún problema psicológico, aunque ha reconocido que unos meses antes del incidente tuvo que ser ingresado en un centro sanitario por depresión: “fueron dos días”, ha aseverado.
El día anterior al incidente, ha narrado que se presentó en casa de sus padres junto a su entonces pareja sentimental, el hijo de ésta y su cuidadora, y se quedaron todos allí a dormir. Así, ha explicado que estas tres personas durmieron en su habitación, y él se quedó en el salón, durmiendo “sobre una alfombra”.
De madrugada, sobre las 4.30 horas, oyó el despertador de su padre y luego el “portazo” que dio cuando se fue. Seguidamente, ha relatado que escuchó “golpes”, no sabe si de dentro o de fuera de la casa, y pensó que “era el perro”. Momentos después, oyó a su madre “gemir”, “quejarse”, así que se levantó, encendió la luz, y se la encontró “llena de sangre”. Frente a esta versión, el ministerio fiscal mantiene que fue él quien se levantó, cogió una azada y la mató a golpes.
Tras ver así a su madre –ha proseguido el procesado– se puso “muy nervioso” y gritó. Entonces salió su pareja de su habitación y le empezó a decir “mi madre”, “mi madre”. Así, ha dicho que llamó al ‘112 Comunitat Valenciana’ y luego a su padre, al que le comentó que “papá, que pasa esto en casa”, y él le respondió que iba a hablar con su jefe a ver qué podía hacer.
Cuando vio así a su madre, ha indicado que se apartó “un poco” y dejó que se quedara con ella su pareja. Durante la vista, también se le ha mostrado la azada –con su ADN– que se utilizó para agredir mortalmente a su madre, y cuando la ha visto ha explicado que la había cogido en alguna ocasión, en concreto, unos tres días antes del crimen, para quitárselas de las manos al hijo de su pareja.
Durante todo el interrogatorio, el acusado ha mantenido que no golpeó a su madre y, entonces, al ser preguntado por quién fue, ha dicho: “no lo sé”. También ha asegurado que no creía “capaz a nadie” de hacer algo así. En una de las versiones que ofreció ante la Guardia Civil incriminó a su pareja, pero hoy ha dicho que no se acuerda de esta declaración.
Tras el interrogatorio del acusado, le ha llegado el turno a su entonces pareja, quien lo primero que ha hecho es aclarar que no eran “novios”, si no “amigos con derechos a roce”. Ha narrado que había ido “muchísimas veces” a casa de los padres del procesado, y que éste no tenía trabajo y sufría problemas económicos.







